Es una hierba que alcanza los 60 cm de altura, con la raíz formando bulbos de color rojizo. Tras germinar cada año, emite de tres a cinco hojas largas, finas y acanaladas, de color verde, que suelen ser más cortas que los pedúnculos florales. Son todas basales, con el margen áspero.

Hacia abril, los bulbos adultos emiten un tallo de unos 30 a 40 cm, coronado por multitud de flores acampanadas que se comprimen en su extremo, adquiriendo forma de saco.

Las flores inferiores, verdosas o pardas, miran al frente o hacia el suelo, son fértiles y producen frutos abombados, portadores de semillas negruzcas; las superiores, estériles, son de color violeta púrpura vivo, translúcidas, y miran hacia arriba, formando un penacho; en la zona de transición se sitúan flores de intenso color morado. Al madurar, las flores inferiores se giran mirando hacia el suelo, al tiempo que adquieren un tono más parduzco.

Su distribución es mediterránea y está presente en la mayor parte de la península Ibérica. Esta especie es propia de los sembrados y bordes de camino o carretera, abundando especialmente en los suelos profundos que han sido arados o removidos pocos años antes.

El bulbo tiene propiedades parecidas al de la cebolla. Son comestibles, pero su sabor es amargo por lo que se suelen hervir y posteriormente se les pone en conserva con aceite y vinagre. Se consumen como entremeses o guarnición acompañando a otros platos. Los griegos e italianos son consumidores habituales de estas conservas. Los bulbos en seco se usan para aplicaciones externas en pieles enrojecidas. Al igual que la cebolla, posee propiedades diuréticas.

Por su rusticidad, su uso está muy extendido en jardinería empleándose en composiciones de rocalla o formando grupos más o menos compactos. Se la considera a veces invasiva.